domingo, 27 de diciembre de 2009

Los arbustos

domingo, 27 de diciembre de 2009

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El madroño



En nuestra tierra es un arbusto con pretensiones de árbol. En la finca hay una docena distribuidos por todas las zonas ajardinadas. Me llama la atención que en pleno diciembre, mientras unos ejemplares ofrecen los frutos completamente maduros, en otros aparecen solamente las flores. Me contó un investigador del CSIC que a los madroños acuden las reinas de los abejorros, atraídas por la luz que emiten sus flores, agrupaciones de tulipas. A veces llegan a recorrer 14 km para libar en estas flores, y las prefieren a cualquier otra.

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sábado, 26 de diciembre de 2009

Acacia de tres espinas

sábado, 26 de diciembre de 2009
Inicialmente se vio imposible ajardinar la ladera inferior de la finca. Años más tarde quedaron dos explanadas libres a la altura de la piscina. Se plantaron en la primera árboles de diferentes especies. Aquí vemos una acacia que arraigó sólidamente.

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La Sagrada Familia

Es un azulejo inspirado en un óleo de Armando Pareja. Se colocó aquí el año 98 pensando en que su intercesión apoyara la difícil labor que tienen que realizar los padres y madres de familia, que asisten a las actividades de La Casería. A los lados, como escoltas, hay dos biotas. Se ven varias en diferentes lugares del jardín ,casi siempre en maceteros.




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La Virgen

La imagen de la Virgen, de piedra artificial, se colocó muy en los comienzos, como pidiendo su protección para poder desarrollar el proyecto. Esta rodeada, como protegiéndola, por un doble seto de cipreses y romeros.


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El pinsapo resistente

Con ocasión de una convivencia trajeron de Ronda una docena de plantones de pinsapo, que se distribuyeron por las zonas más nobles del jardín. Desgraciadamente fueron desapareciendo, pero este ejemplar que lleva ahí plantado más de 10 años, parece que lentamente se va haciendo con entorno personal. Esperemos que llegue a ser un gigante entre los árboles del jardín.

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El intento de las melias


Aunque algunas de las melias plantadas han alcanzado gran desarrollo vertical, no hemos conseguido copas frondosas que protejan al caminante. En ese mismo camino, el que discurre por debajo de la explanada principal, se plantaron con anterioridad y con idéntico fin, limoneros, pero fueron arrasados por el frio. Todavía hay un ejemplar que pugna por sobrepasar el nivel del seto de romero, que le protege del frío, y cuando lo logra queda completamente quemado, pero no se cansa y lo intentará de nuevo, quién sabe si lo terminará logrando.

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El membrillo en flor



Como ya se ha dicho, no había en la finca árboles frutales, salvo un manzano, este membrillo y unos granados. A pesar de su pequeño porte da unos frutos muy bellos y de buenas dimensiones. Aquí le vemos en su mejor floración. Aquí nos enseña también los frutos.

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Los dos olmos de bola


Son los dos únicos ejemplares que hay. Tienen una misión muy importante y la cumplen, dar sombra sobre estos pequeños bancos de jardín. Sufrieron hace años serios destrozos por un vendaval, pero parece que se mantienen. Están
pegados ala fachada oeste de la casa y en la cima de la loma sobre la que está edificada.

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Llegaron los pinos


Desde el principio, al advertir el predominio de las coníferas, se decidió excluir a los pinos. En la búsqueda de soluciones para amortiguar el sol se planteó conseguir una barrera en la rosaleda. Se pensó en árboles de gran
desarrollo, pero todos fracasaron. Sólo después de siete u ocho intentos, se decidió intentarlo con pinos. Y se plantaron nueve. Aquí se ven los dos más cercanos a la casa, hace aproximadamente 4 años. Hoy han arraigado ocho de
los nueve y se ve que podrán cumplir la misión para la cual fueron allí puestos. Hay, además, una docena de ejemplares diseminados por toda la finca. Todos son pino carrasco.

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El emparrado


Buscando un cobijo adecuado para los muchos días de sol se decidió aprovechar este patio exterior, lindante con el garaje, recubriéndolo con una parra. Fue un éxito, los sarmientos se extendieron por todo el entramado metálico, y el follaje consiguió aplacar los rayos del sol. La pena es que al quedar el recinto abierto al sur, no ha terminado de cumplir su cometido. Junto a la parra hay dos aligustres, con escaso desarrollo. Los he visto convertidos en árbol en Málaga, pero se ve que el frío de Granada no les permite un desarrollo normal.

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Los setos de romero

Es una planta que se ha aclimatado maravillosamente al terreno. Recuerdo los
años de sequía de los 90, cuando se iban perdiendo todas las plantas, los
romeros brillaban de verde y olían estupendamente. Viendo la imposibilidad
de darle a toda la finca un aire de verdor, se planteó sembrar de romero
todo espacio libre. No fue posible por el trabajo tan grande de mano de obra
que requería. De todos modos en esas ocasiones se plantaron miles de matas y
todas han arraigado, dando cobertura a una gran superficie de terreno.
De romero se formaron muchos setos bajos, que pasados los 10 años siguen
ofreciendo su toque de belleza y orden. Aquí se enfrentan un seto de romero con otro de cipreses.

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Los amos de la finca


El cerramiento de cipreses, a lo largo de todo el perímetro, es uno de los aspectos más característicos del jardín. Ha sido un éxito esta plantación, que sólo ha requerido ocasionales reparaciones. Además el recorrido exterior
ha permitido tratarlo como seto, recortándolo al modo de almenas, y no tiene nada que envidiar a los jardines de El Generalife.

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Los dos olivos


En el espacio que rodea la piscina hay dos olivos, que se han podado para que adquieran una cierta belleza ornamental. Un alcorque elevado los circunda y recoge parte de la cosecha de olivas, evitando que caigan sobre
el césped. Salvo estos dos ejemplares, los demás están en producción y cuentan con la belleza de un olivo productor, pero dan a la finca el aspecto de tierra llana granadina.

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La fauna


La fauna se siente protegida por la flora y por la falta de agresividad de los moradores de la finca. Conejos, zorros, lagartos, aves de todo tipo (urracas, tórtolas turcas, mirlos, pinzones y un largo etcétera. Algunos días se oyen cercanos los disparos de los cazadores y se comprende el empeño que ponen algunas piezas en cruzar la valla para ponerse a seguro. Aquí vemos un gatito recién nacido de una gata que no se sabe de dónde ha salido.

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Una vista nocturna de Granada


Una ventaja de la finca, muy de agradecer, es su situación medianamente elevada, que permite disfrutar de unas vistas privilegiadas. Aquí se ofrece una vista nocturna de la ciudad, con la urbanización de la Guitarra -enclavada en la Zubia- al fondo.

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Al fondo el Veleta


Hablando de vistas podemos dirigir al mirada a Sierra Nevada, que nunca
defrauda, y acerca al paseante a uno de los paisajes más bellos de nuestra
tierra.

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El viejo ciprés californiano


El árbol más antiguo es este viejo ciprés de California que se sitúa en la
explanada de la piscina. Suponemos que estaba junto con los olivos y
almendros, cuando se adquirió la finca. Es el que tiene un mayor desarrollo
y por su situación, al sur de ese espacio de recreo, ofrece al bañista una
de las pocas sombras disponibles en todo el jardín. Este año nos dio un
susto porque apareció atacado por un insecto que amenazaba con destruirlo.
Con la ayuda de un especialista se le pudo tratar y lograr su salvación,
aunque no está totalmente superada la crisis. En la fotografía se puede aún
ver a través de las ramas, señal de que no está totalmente recuperado.

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Los frutales


Quedan en la finca algunos árboles frutales, que tampoco han tenido mucho
desarrollo. En alguna ocasión se ha planteado talar los olivos, almendros y
otros árboles de huerta, que restan calidad al jardín, pero afortunadamente,
no se ha llevado a cabo, porque lo que inicialmente parecía fácil (que se
desarrollasen con normalidad árboles de sombre) se convirtió en un empeño
imposible. De estos árboles de huerta tenemos un manzano, con su fruto
abundante, un membrillo y varios granados. Todos de porte menor.

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La encina que plantó el Padre


El Padre nos visitó en Granada en dos ocasiones, una primera en 1996 y otra
en 2002, con ocasión de la Misa de Acción de Gracias por la Canonización.
Esta segunda tuvo lugar en noviembre de 2002.
En la primera el Padre estuvo en Granada del 10 al 14 de mayo. Tuvimos
varias tertulias y el padre dispuso de algún tiempo para visitar El Carmen
de las Maravillas, dar un paseo por los jardines de la Alhambra y acercarse
a La Casería. Allí le recibió el Presidente del Patronato, José Antonio M.,
acompañado por su mujer y su hija pequeña. Estaban también algunas otras
personas de la Obra, y los responsables del jardín, entre ellos Ezequiel,
que no había proporcionado el ejemplar de quercus rotundifolia. Habíamos
dudado mucho en la elección del árbol, porque no queríamos que el buen
propósito se marchitara. Efectivamente el Padre dio unas paladas y la encina
quedó plantada en la cima del cerro, con una cerámica que recuerda el
momento. Fue realizada por Salvador, que tenía un floreciente taller en las
cercanías de La Carolina. Tanto Salvador como Ezequiel ya nos han
abandonado.

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Cedros del Himalaya

Estos dos cedros son, junto con el ciprés de California, los árboles más crecidos de La Casería. Son bonitos, sanos, fuertes y de año en año dan los estirones esperados. Bajo las ramas del que se sitúa más cercano a la casa, el más desarrollado, ya se puede uno cobijar y leer tranquilamente en los meses de calor, aunque
no en pleno verano, que no hay quién aguante fuera de la casa.

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El árbol del amor




Se han plantado varias docenas de esta especie, sin embargo, no terminan de
consolidarse, por las dificultades que encuentran, se quedan a mitad de
camino en su desarrollo. A pesar de todo, y en pleno invierno, este
ejemplar, cuajado de frutos y casi sin hojas, tiene un toque mágico. En la
fachada norte de la casa hay un camino bordeado por estos ejemplares, que en
verano, os los ofreceremos en plena floración.

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El Crucero


Hay muchas variedades de pinos, cedros y cipreses, también en la finca, que no son fáciles de
distinguir. Aquí rodeando el Crucero aparecen un alerce y un cedro. Estos
crecen lentos pero no dejan de hacerlo. El terreno es de pura roca caliza,
pero las raíces van disolviendo el CO3 Ca, y haciendo su camino.

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Panorama desde el Torreón de La Casería


Desde la Casería podemos disfrutar de esta maravillosa vista de Sierra Nevada, en el primer plano de la foto se puede apreciar parte del jardín de la finca del que iremos colocando las especies de plantas que están presentes actualmente en el jardín. En el plano medio esta la nueva finca de olivar intensivo y el depósito de agua.


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jueves, 24 de diciembre de 2009

Las coníferas

jueves, 24 de diciembre de 2009
Las coníferas, así llamadas por su forma, son las especies que mejor se han entendido con el suelo y el clima de La Casería. Ha sido una suerte porque desde el principio se plantaron cipreses y cedros y todo tipo de especies, difíciles de identificar, que han seguido creciendo y que forman el panel más importante de los árboles.
Buscando árboles de sombra se plantaron muchos ejemplares de diferentes tipos. Ayudó en el proceso de selección un catedrático de botánica que sugirió plantar árboles iguales que los de los jardines de Granada. Lo intentamos, pero no prosperaron: plátanos de sombra, acacias y un larguísimo etcétera se dieron de bruces con el clima o dificultades no conocidas. En una ocasión se plantaron limoneros bordeando un camino, con la esperanza de que proyectaran su sombra benéfica en los meses de verano. Nuevo fracaso. Aún hoy 10 años después existen dos limoneros pero no son capaces de superar la barrera protectora de romero. En cuanto crecen y la superan son quemados por el frío del invierno. A los limoneros le sustituyeron unas melias, que están bordeando el camino, pero que tampoco son ejemplares de los que se pueda estar orgulloso. En definitiva existen muy pocos árboles de hoja caduca.

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El jardín de la Casería


La Casería está situada en un loma rocosa con abundante material cálcico y arcilloso. Desde el inicio de la construcción de la casa se tenía claro que habría un jardín adecuado para su fin. Sin embargo la escasez de recursos obligó a olvidarse de cualquier inversión para este fin. Las plantaciones existentes eran las típicas del lugar olivos y almendros. El resto lo cubrían irregularmente matorrales de diferentes especies.
Con el empeño de forjar un jardín se fueron dando pasos. Todos los amigos y conocidos colaboraron generosamente, dentro de sus posibilidades. Unos regalaban abonos, otros riego por goteo, aquellos venían con sus aperos de labranza para ir acondicionando las diferentes zonas. Todo con grandísimo sacrificio y con recursos cero.
La primera zona urbanizada fue la vertiente a la que asoma la explanada principal, dónde se plantaron algunos cipreses y cedros. La segunda fue el cerco de cipreses que bordea toda la finca. Más adelante la rosaleda y poco a poco las demás zonas. Ahora queda segregada la ladera inferior de la finca que mantiene su antigua vegetación de olivos y almendros y el bosquecillo cercano a la entrada, con muchas coníferas y abundantes arbustos.
Han pasado más de 30 años y muchas más penalidades y la finca empieza a verse hermoseada por algunos árboles maduros



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