lunes, 15 de marzo de 2010

Flora Vascular de Andalucía Oriental

lunes, 15 de marzo de 2010
La “Flora Vascular de Andalucía Oriental” (cuatro volúmenes) es una publicación botánica que bien pudiera calificarse de enciclopédica. Este trabajo servirá de marco en el futuro para cualquier tarea de investigación que aborde la flora de nuestra región. Tiene además un doble y elevadísimo mérito:  Haber coordinado el trabajo de más de un centenar de científicos llegando a acuerdos normativos, que facilitarán el trabajo de sus sucesores; y haber aprovechado el esfuerzo de muchos años en la elaboración de los herbarios. Podría calificarse de un trabajo moderno y eficaz. La Junta de Andalucía lo ha apoyado financiando la edición, cuidada en todos sus detalles. Las fotografías son magníficas y abundantes. Al final se estudian más 3.600 tipos de plantas. En España hay casi 8.000. La riqueza de la flora se debe a los espacios tan singulares que se dan en nuestro marco geográfico: Sierra Nevada, Doñana, el desierto de Almería, Sierra Morena, etc. 
He tenido la suerte de recibir un ejemplar de esta obra, gracias a la gentileza del Catedrático de Jaén, Carlos Fernández, gran amigo. Aparece entre los cuatro editores principales y ha tenido una importantísima aportación con su herbario 40.000 pliegos. Carlos empezó el herbario, en 1975, cuando empezó la Universidad de Jaén y gracias a su trabajo ordenado e intenso, ha conseguido dejar un legado que no tiene que envidiar nada a la mayor parte de las otras universidades, que quizá cuentan por siglos su existencia. 
La Universidad de Málaga lo ofrece en su web a todos los interesados. 

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sábado, 13 de marzo de 2010

Madroños: "En busca de abejorros autóctonos en cultivos subtropicales de la costa granadina"

sábado, 13 de marzo de 2010
tores: Guerra Sanz, J., Cabello, T., Maria Jesús Martínez, Roldán. A.

Nos llegaron de repente vaharadas de perfume de las flores de níspero, un olor agradable pero muy ‘denso’, nada sutil. Se daban a conocer antes de verlas, íbamos por el camino que se dirigía a la entrada de la finca. José Miguel, el dueño y agricultor de la finca, nos había saludado poco antes de que aparcáramos los coches a la sombra de unos pinos muy crecidos que ocupaban un buena parte de la cuneta. La sinuosa carretera de montaña que daba entrada a las fincas situadas en las laderas de la montaña se perdía a lo lejos, formando atrevidos ángulos para seguir trepando ladera arriba.
Habíamos llegado hasta allí con la intención de visitar cultivos de nísperos en floración para tratar de capturar abejorros. El cultivo de nísperos ocupaba una parte del total de la finca de José Miguel, con muchos otros árboles subtropicales y frutales tradicionales: chirimoyos, aguacates, naranjos, etc. Los que estaban en floración en estos momentos eran, sobre todo, los nísperos, dejando ver los copos nevados de sus pétalos en varios centenares de metros en la ladera en la que nos encontrábamos, al igual que en otras fincas vecinas.
Al acercarnos al cultivo pudimos apreciar el bordoneo de miles de abejas que acudían a polinizar y pecorear. Para acercarnos a los árboles formamos una fila, encabezada por José Miguel, seguía yo, Fabio y Maria Jesús, para caminar por el sendero que rodeaba las parcelas de cultivos. Pasamos junto a una parcela de naranjas clementinas y tuvimos que agachar la cabeza porque un arbusto, que crecía junto al sendero, tenía demasiadas ramas y hojas. Cuando estaba pasando por debajo del arbusto oí, de repente, el sonido inconfundible de un abejorro que está vibrando las flores para desprender los granos de polen. En realidad, con este comportamiento lo que hacen es provocar ultrasonidos que facilitan la caída de los granos de polen de las anteras y, así, también se facilitan la labor de recolección. Cuando pude levantar la cabeza le pregunté a José Miguel qué árbol era ese y me dijo que era un madroño. A ese madroño volvimos una y otra vez a lo largo de un mes, sabiendo que íbamos a encontrar abejorros buscando alimento en sus flores. Pero lo que no sabía en aquellos momentos era el porqué de la preferencia de los abejorros por las flores madroño. De hecho, durante 10 minutos, comparamos el número de abejorros que se alimentaban de las flores de madroño respecto al níspero y observamos que la diferencia era abismal: 70 visitas al madroño y 24 al níspero, a pesar de que el néctar en la flor de níspero es mucho más abundante que en la flor de madroño (aproximadamente, 100 microlitros de media por flor de níspero y 10 microlitros de media en la flor del madroño).
Además de las observaciones anteriores, analizamos los compuestos químicos presentes en el aroma de las flores de ambas especies y vimos que son distintos. En el aroma de la flor del níspero destacamos el olor tipo anisaldehido, compuesto que le da el olor característico, mientras que en la flor de madroño abundaban los compuestos de tipo cetónico, igualmente característicos pues son los responsables del aroma muy suave, en comparación con la sensación de fuerza que tiene el aroma de la flor de níspero. quería que hiciera un modelo de fotografía a luz UV de estas flores. El resultado de dichas fotografías se muestra a continuación.
Flores de madroño fotografiadas con luz natural en la parte superior y con luz UV en la inferior. Parece que los filamentos de las anteras cuando están humedecidos con el néctar, que tiene unos compuestos fenólicos capaces de dar brillo cuando se iluminan con luz UV, deben de captar la atención visual de los abejorros. De igual forma, cuando la flor está ya marchita, presentan un color rojo ladrillo debido a la oxidación de estos compuestos fenólicos, volviendo opacos los pétalos y, por tanto, indicando a los abejorros que estén cerca que ya no hay néctar asequible en esa flor. Este mecanismo se conoce como ‘honestidad’ del reclamo.


Nísperos en flor en la costa granadina











Foto luz UV


Foto l

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